viernes, 31 de diciembre de 2010

Paris

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***

Cuando envié mis postulaciones lo hice a varias universidades. Y me faltaba la respuesta de 2 de ellas pero ya no podía esperar más para no perder el inicio de clases. Tenía que viajar a Francia.

Resulta que ayer, luego del primer día de clases, me llegó el correo de una de estas universidades (EHESS) diciéndome que he sido aceptado en la maestría de “estudios comparativos de desarrollo (territorios, sociedad, espacios)”. ¡A la lauuuu!

El cerebro me daba vueltas y no sabía qué hacer. Ya estaba matriculado, ya había llevado un par de clases, ya me estaba adaptando bien a la ciudad y ahora este correo. Y encima no había nadie con quién conversar sobre el tema. Entré a la página de la universidad y leí la información de la maestría al detalle.

Le respondí al patín que me escribió el correo y le conté mi drama. Le pedí además un número para llamarlo. Al toque fui a buscar un teléfono público en la uni (caminé como 30 minutos creo porque solo hay 2 en un extremo de la uni) y logré hablar con él. Me dijo que este sitio se ha dedicado a hacer doctorados y desde hace un par de años maestrías. Finalmente le pregunté sin elegancia alguna si su propuesta era mejor que la de Lyon 2. Obviamente sabía que me iba a decir que sí pero me dio varias buenas razones.

Paris, ahí voy.

(¿Les parece conocida esta foto?)

martes, 28 de diciembre de 2010

Primer y último día de clases en Lyon

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***

Este martes comencé por fin mis clases en la universidad de Lyon. Las esperaba con ansias pues, obviamente, para eso vine. Dentro de los cursos que hay que llevar hay varios que son obligatorios y hay otros que hay que elegir entre una lista por bloques. Lamentablemente, la secretaría del master ha armado los horarios de una forma tan poco práctica que hay muchos cursos que se cruzan. Entonces si eliges uno ya no puedes optar por otro.

Estas primeras tres semanas sirven para elegir qué cursos llevar. Eso significa que puedes pasearte por todas las clases y luego finalmente elegir al cabo de la tercera semana. Así que para este primer día elegí 2 cursos. Uno que en realidad no quería llevar pero por estas cuestiones del cruce de horarios no me quedaba otra. El otro curso sí pintaba mostro.

Dado que era mi primer día de clases, tomé las precauciones necesarias para llegar temprano. En realidad, salí con las justas del departamento de los músicos y me equivoqué en el metro a tomar (lo tomé en la dirección contraria). Eso me atrasó exactamente los 15 minutos que llegué tarde a la clase. Qué roche. Felizmente, el profe no me hizo problema alguno. Pero como era una clase donde hay que usar computadora, me quedé sin sitio así que tuve que compartir sitio con una chica.

(Como ya les mostré la universidad, toca mostrarles los baños)

Al final de la clase me quedé conversando un rato con esta chica con la que compartí la computadora más otra chica más por ahí. La primera es de Marsella y tiene un acento un poco raro. Así hablan ahí. La escuchaba atentamente hasta que me di cuenta que su acento tiene un aire al acento de la selva peruana pero mucho menos pronunciado. El hijo menor de Lady D (este colorado que se queda en el depa de los músicos) me dijo que había tenido suerte de escuchar ese acento pues es el más bonito ya que parece como si estuvieran cantando. Chúpate esa!

Luego de un hueco de 2 horas, ya tocaba el otro curso. Este sí que era más complicado y lo dicta un flaco hablador y acelerado. Fue todo un tema encontrar el salón pero por fin lo hice y esta vez sí llegue temprano. A este pata le entendí casi todo y eso me puso muy contento pues mi oído anda muy bien entonces. En un momento de la clase hasta llegué a intervenir para lanzar una idea de investigación (bueno, o hablabas o te hacía hablar el profe). Oh la la. Imagino que todos se habrán dado cuenta que no era francés. Eso es algo bacán pues creo ser casi el único no francoparlante del master y me da un aire exótico (¡!).

Salí de clase contento por los avances logrados (uy, sí, como si hubieran sido muchos). Me conecté a internet para continuar con la pesada búsqueda del apartamento hasta que llegó el correo que cambió mi vida…

(esta historia continuará)

viernes, 24 de diciembre de 2010

Brasil y músicos

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***


El tiempo límite para el alojamiento temporal con Izza era de una semana y se cumplía el miércoles. Sin embargo, ella debía viajar y me insinuó que me busque otro sitio de una vez. De hecho, que sí. Fui al servicio de estudiantes de la universidad para hablar con Insaf corporated pero no estaba. Me atendió otra chica, Eliane, muy pero muy amable. Llamó a un asilado político para ver si quería mudarse conmigo pero él ya había remarcado que sólo iba a aceptar mujeres… Luego sacó la ficha de otro pata para llamarlo y ver si me podía alojar por unos días. Eliane me miró con cara rara y me dijo “pero son músicos eh”. Le dije que no había problema. Llamó y justo el pata estaba en el campus de la universidad y llegó en 3 minutos.
Mientras hacía la cola para hablar con Eliane llegó un patita. Volteé a ver y me pareció latino o árabe o por ahí. Era medio cabezón, flacó, chato (no, no me estaba viendo en un espejo) y medio pelao. Y hasta en lugar de decirle bonjour se me salió algo como “buenos jour”. Le hice el habla y resultó ser un brasileño de muy buen humor y también muy buena gente. Este reencuentro entre sudamericanos fue muy grato para mí. Me sentí un poco en casa sobre todo porque este pata era bastante alegre y conversador, es decir, era un latino. Ah, se llama Samuel y hasta me ofreció alojamiento o cualquier otra ayuda si es que yo tenía problemas.
Ya cuando salí de la oficina luego de hablar con Eliane, me dijo para encontrarnos más tarde para comer. Conversamos bastante y nos reímos bastante. Me sentí muy bien riéndonos de todo lo que pasa un no francés en este país. Samuel, resultó ser medio loco. Se vino hace 4 años a Francia sin saber decir “hola” en francés ni en inglés. Encima se vino a estudiar Filosofía. Estuvo en una escuela de idiomas los primeros meses y luego pasó a la universidad. Pero, claro, lo jalaron en todo. Repensó lo de la filosofía y estudió comunicaciones. Ahora está haciendo un master en comunicaciones, trabaja y sigue sin saber inglés. Como le dije que yo sí lo hablaba se ofreció pagarme para unas clases. Lo pensé pero no me gustó el hecho del pago, además no es que la rompa en inglés. Me respondió que mi respuesta era de latino pues acá los franceses siempre cobran por lo que hacen. Eso es lo que dice él aunque a mí me vienen alojando 2 veces gratuitamente.
Y hablando del alojamiento. Pues antes de conocer a Samuel conocía al patita que se ofreció a hospedarme temporalmente. Se llama Maxime y en realidad no es 1 patita sino son como 5. De los 5, 4 están en la universidad pero lo que comparten en común es la música. Tienen su grupo de ska que se llama las sardinas. Son tranquilones en realidad. Pensé que podían ser medio locos pero no. Bueno, hay un gringo que dicen que es el que mejor toca que sí es medio raro pero todos muy amables y serviciales conmigo. Les gusta el alcohol y el cigarro, además de la música. Uno de ellos; Maxime, se ofreció a encontrarse conmigo en el paradero del metro que debía tomar para llegar a su depa. Lo que no sabía era que tenía unas maletotas. La sufrió el flaco.
Su departamento está en el centro de la ciudad y la particularidad de su edificio es que sólo habitan músicos. No se escucha nada de los otros depas. Ah, este depa es mucho más grande (150 metros cuadrados) lo cual es muy raro acá en Francia. Y otras de las diferencias es que este sí es un depa de hombres, casi de machos se podría decir. Hay restos de comida en muchos sitios, botellas de cerverza vacías, la cocina es un desorden total, al igual que el cuarto donde me duermo, etc. Ah, el baño es una maravilla. Creo que no lo limpian desde el cambio de milenio pero a mí no me importa y hasta me siento más cómodo.
(vista desde el depa de los músicos)
En la noche nos sentamos a conversar bien acompañados de unas cervezas. Luego sacaron otro licor que se llama anis y, sí, es el mismo que el licor arequipeño pero de un color caramelo. Acá, sin embargo, lo toman con agua. Si bien eso debe ser un sacrilegio para los peruanos, la verdad que así resulta ser más rico y tomable.
Todo esto los hace parece como alcohólicos pero en realidad no es así. Sólo fueron un vasito. Conversamos sobre Perú y les conté muchas cosas. Sabía que la única imagen que tenían de Perusalem era MachuPicchu y las llamas. Y de hecho fue así. Les conté que los incas ya habían muerto hace algunos años y que hasta televisión teníamos. Me preguntaron si tocaba algún instrumento y luego me trajeron la guitarra. Tocamos algo de su estilo con unas notas básicas y fue interesante. Ahí me di cuenta que el gringo toca bacán. Bueno, también tenían un cajón! Pero casi parecía cajón de muerto porque era grandazo. Me senté y mis pies me colgaban. Les conté que era peruano y su historia más. Les gustó mucho.
Uno de estos patas me hacer recordar al hijo menor de Lady D. Parece inglés y todo el mundo se lo dice. Pero la diferencia es que este no es de la nobleza pero sí es muy noble. Va a estudiar kinesiología. Está en una especie de pre que parece ser muy dura y además es muy difícil entrar. Ah, la carrera es de 3 años. Chúuuuuuuuuupate esa.
Otro de los músicos tiene una cara de loco fenomenal. La barba le ayuda. Sin embargo, es muy amable y hasta timidón. Maxime es un flaco alto muy canchero. El gringo es medio loco y risueño y él sí está dedicado enteramente a la música. Tocan unas 3 veces por mes en algún local pero ahora van a discutir sobre su grupo pues hay un par de integrantes (son como 7) que ya no están en Lyon. Si me quedara en esta ciudad les diría para unírmeles. ¡Hubiera sido genial!

martes, 21 de diciembre de 2010

Cruz roja, baile y Tango

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***


Este sábado fue mi primer fin de semana en Lyon. En la semana había recogido un folleto de la Cruz Roja haciendo propaganda sobre unas charlas de primeros auxilios gratuitas que se harían en la Place de la Republique. Tengo que mantenerme ocupado para no pasar triste los primeros días de llegado.

Fue interesante. En todo momento me acordaba lo que mi hermano me contaba de sus clases de primeros auxilios. A medida que llegaba la gente, formaban grupos de 6 personas para que les den las clases. Las clases se hacían en una carpa y había un montón de ellas. Según la propaganda que nos dieron en Alemania el 80% de sus habitantes sabe primeros auxilios. A la lauuuuuu. Eso era como para que los franceses no se queden atrás.

El grupo de personas con el que me tocó tuvo sus particularidades. Había una pareja de ingleses, una chibola francesa muy tímida, una tía y su hermana también algo tía. Esta última chica tenía retardo en algún grado, sin embargo, tenía mucha iniciativa. Tuvimos dos instructores, un chico y una chica, ambos un poco raros. Sobre todo la chica. Era tímida y además se notaba que también tenía algún tipo de problema de aprendizaje o algo así. Ah, además, era su primera vez dando la clase y estaba bastante nerviosa.

Nos enseñaron qué hacer cuando encontramos un accidentado, a qué número llamar y esas cosas. Dije que el número era el 911 y el patín me respondió: “No, eso es en Estados Unidos”. Ohhhhh. La cosa es que por todo el tema de la gripe en las clases de primeros auxilios cada 2 minutos nos daban pañitos o algo para limpiar el maniquí con el que trabajábamos.

Hubo un momento muy gracioso, lleno de candidez. Nos formaron en grupos de a dos y uno tenía que hacerse el accidentado que había perdido el conocimiento pero que respiraba. Lo primero que había que hacer era verificar si respiraba y, como el supuesto era que sí, se le acomodaba los brazos y piernas para ponerlo de costado.

La cuestión es que para este ejercicio una de las parejas formadas fue la tía que tenía algunos problemillas y la instructora. Esta última era la supuesta accidentada y la tía debía atenderla. A ese momento, ya nos habían dado mil y una indicaciones que confundían bastante, así que la tía sufrió la confusión. Siguiendo lo que nos dijeron, empezó a verificar si la accidentada había perdido conocimiento. Como en teoría había perdido el conocimiento, había que voltear a la persona por atender, pero la tía se confundió y pensó que había que dar respiración boca a boca. Iba acercando su boca a la de la “accidentada” mientras que su hermana le decía “no, no lo hagas”. Se lo dijo como 3 veces. La “accidentada” tenía cara de infarto pues sus bocas llegaron a estar a unos centímetros.

Todo terminó y me dieron mi certificado, un polo, un cepillo de dientes de viajero, un llavero, afiches y un plástico para cubrirse la boca para cuando se tenga que hacer respiración boca a boca. Muy bonito e importante lo que aprendí.

(El polo dice "mis manos saben salvar vidas". No me tengan tanta confianza)

Luego estuve paseando y me encontré con dos cosas interesantes. La primera fue un grupo de chibolos, entre 13 y 18 años quizá, que bailaban. Pero no bailaban ritmos actuales ni antiguos sino que hacían una especie moderna de breakdance donde se forman como “bandas” que se retan unos a los otros. Todo es pacífico por supuesto.

La otra cosa interesante que me crucé estuvo en una plaza donde se instalaron a bailar tango. Casi nadie bailaba bien puesto que todos los bailadores tenían más un pie en la otra que en esta. De todas formas estuvo bonito. Me senté a verlos y justo había una chiquilla a mi costado que se estaba cambiando de zapatos. Eran zapatos de tango pues tenían el taco bien alto. La verdad lo adiviné porque los sacó de una bolsa que decía “tango”. Le pregunté si ella iba a bailar y me dijo que sí. Pensé que era argentina pero resultó que era turca y que ahí aprendió el tango. Un poco raro. Bueno, esa chica era la que mejor bailó. Ahhhh, casi lo olvido. Todo esto se hizo en una plaza a la que parece que siempre van skaters. Y estos patas se paseaban por en medio de la pista de baile como nada. Los que bailaban tampoco parecían incomodarse aunque luego noté que sí y que los skaters fueron muy impertinentes.

viernes, 17 de diciembre de 2010

En la puerta

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***


Hoy me pasó algo muy particular. El final es muy bueno (como diría Melcochita, no lo leeeeeas!). Estuve en la universidad desde temprano para aprovechar varias cosas, como el internet además de hacer algunas últimas averiguaciones sobre los servicios. Bla, bla, bla. Voy al final.

Estuve en la universidad hasta eso de las 7 de la noche cuando ya nos botaron del aula donde hay internet. En realidad, hay muchas otras zonas con internet pero el salón este es abrigadito. Estuve buscando compañeros para compartir departamento. Saqué todos los datos necesarios así que solo tenía que llamarlos.

Me di cuenta que no tenía sencillo para comprar el ticket del metro y estoy restringido a las monedas. Tenía algunos billetes para cambiar sencillo pero ya todo en la uni estaba cerrado. Le pregunté a un par de personas si tenían sencillo pero nada. Lo imaginé. ¡Acá nadie anda con monedas pues todos usan tarjeta de crédito o tarjeta para el metro o tarjeta para pagar la comida en la uni o tarjeta para pagar todo! Entonces caminé varias cuadras hasta llegar a una tienda, compré agua y listo…sencillo a la mano.

Me dirigí a la zona comercial de Lyon para acercarme a mi zona (¡asu!) y además para comprar la tarjeta telefónica que me permitiese llamar a los posibles compañeros de apartamento. Acá viene otra gracia de los franceses. Las tarjetas telefónicas no las venden las bodeguitas, no existe la recarga virtual en bodegas (sí con cajero automático pero…). Tampoco las ubicas en los supermercados y menos encuentras a los chalequeros esos que te dicen “habla, llamadas, Claro, Movistar”. En Francia, las tarjetas telefónicas las venden en unas tiendas que las llaman “Tabac” y únicamente en estas tiendas. ¿Qué venden? Pues, además de tarjetas telefónicas, cigarros, algunos periódicos y revistas, un poco de dulces y cositas pequeñas. Son tiendas bien pequeñitas.

Cuando no se conoce la ciudad, ubicar un Tabac es toda una jarana. Caminé y caminé y caminé y seguí caminando. Encontré unas 4 Tabacs todas cerradas. Por ahí hallé una abierta. En la puerta estaba un chibolo que atendía que me dijo que ni bien terminara su cigarro me atendía. Era un renegado monse. Era un argelino que me dijo que Francia era nula y que él pensaba partir a España. El que resultó ser nulo fue él pues tampoco tenía tarjetas.

La tarjeta telefónica era para llamar a los posibles compañeros de apartamento pero a medida que pasaban las horas lo urgente era llamar a Izza para ver a qué hora iba a estar en su depa para que me abra la puerta. Como nunca encontré la bendita tarjeta telefónica para avisarle, decidí ir no más. Subí con mucho entusiasmo los 4 pseudo pisos pues sabía que la iba a encontrar ahí. Pero, claro, no siempre uno se cruza con la suerte. Izza no estaba. Me fui a buscar un Tabac en la zona pero ya sabía que era un esfuerzo inútil. Este barrio es más pequeño y residencia. Había comercios y Tabacs pero todos cerrados. Aproveché para cenar en lo único que estaba abierto. Comí un Kebab que es carne no sé de qué cocinada como que al calor.

Regresé al depa de Izza pero nada. No había llegado. Esperé afuera, entré, volví a salir, bailé una marinera y un guaguancó pero nada. Le pregunté al viejo de una tienda si podía alquilarme su teléfono pero me dijo que no porque al costado del teléfono estaba la caja. Mucho después entendí su comentario y no me agradó para nada. Bueno, por lo menos yo no me mojo los zapatos cuando orino. ¡Qué malo! (pero algún día me pasará).

Ya no sabía qué hacer pues Izza no llegaba. Bueno, sí sabía y eran varias opciones. Una era buscar un hotel. Otra opción era esperar en la puerta del departamento hasta que venga Izza. Decidí hacer esto último pues, dije, no vaya a ser que el código que hay que marcar en la puerta de entrada se bloquée a partir de cierta hora. Así que me asenté junto a la puerta del departamento de Izza con mi mochila y mis miles de papeles. Los empecé a leer y ordenar y aproveché para leer sobre los cursos de la maestría que hay que elegir. ¡Había que ser eficieeeeeentes!

El piso en el que está el departamento de Izza existen otros 2 depas. Las puertas de entrada a estos tres depas están casi juntas. Diría que a no más de un metro y medio de distancia cada una. Eso significaba que sus vecinos me iban a ver ahí cuando llegaran. Me pregunté cuál sería su impresión. Estando en Lima, imagino que hubieran llamado a Serenazgo o me hubieran tirado al perro encima. Ok, para no ser exagerados por lo menos hubieran tenido un sobresalto inicial. Llegó el primer vecino y me vio con cara de pena y hasta me ofreció un cojín. Luego me ofreció su celular para llamar a Izza pero lamentablemente la llamada no entró. Seguí leyendo mis cosas y luego llegó el segundo vecino que en realidad era una pareja. También se sorprendieron y la chica me ofreció una cerveza pero se la negué con mucha gracia pues le dije que luego tendría dificultades para ubicar un lugar para orinar. Era ya media noche.

Un detalle sobre las luces del edificio. Se apagan automáticamente luego de cada uno o dos minutos de prendidas. El edificio queda en la total penumbra. Entonces, tenía que apretar el botoncito lindo y precioso regularmente. Pensé cómo hacer para que ese botón se mantuviera apretado pero ni las técnicas de Macgiver o Michel Scofield funcionaron.

Hubo un momento en que ya tiré la toalla, quizás cerca de la una de la madrugada. Estaba muy cansado y con sueño así que decidí agarrar mi mochila como almohada y al piso como cama y hacer de cuenta que soy como los chinos que duermen sin colchón. Me di cuenta que de chino no tengo nada.

(Obviamente no soy yo, pero la foto estaba precisa)

Ahora, ya solo causa gracia felizmente. Finalmente llegó Izza no sé a qué hora y la verdad traté de no ver reloj alguno pero siento que lo hizo bien tarde, tan tarde que casi podríamos decir que llegó bien temprano. Ella no tenía forma de comunicarse conmigo y yo tampoco pero creo que debió prever algo y por lo menos llegar temprano.

Dos cosas hubieran evitado esta larga historia. Al costado de la puerta de Izza hay una caja de luz. No la abrí ya por falta de curiosidad pero luego me dijo que ahí guarda la llave de su buzón donde había dejado las llaves de su depa. Es decir, dormí debajo de las llaves del depa. ¡Plop! ¿Cuál es la segunda cosa? Días antes de esta historia, compré no una sino dos tarjetas telefónicas pues ya había aprendido la lección. Por supuesto, lo recordé muy tarde.

martes, 14 de diciembre de 2010

Izza y maletas

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***


El miércoles pasado me mudé con Izza, la chica con la que me contactó la universidad para el alojamiento temporal. Resulta que sus padres son de Marruecos. Sí, pues, muy francesa no parecía. Acá el comentario es el sufrimiento físico del que fui víctima nuevamente en lo que respecta a la mudanza. Mi verdugo: Las maletas.

Izza vive en un barrio que no está lejos del hotel donde me hospedé los primeros días en Lyon. Había que tomar dos metros, lo que re realidad no es gran cosa. La gran cosa era transportar mi mochila, mis dos maletas grandes rotas y el Carrión lleno de cosas. Me las ingenié para hacerle un asa a las maletas con los elásticos que vienen dentro de ellas para sujetar la ropa. Funcionó a la perfección pero nada tan cómodo como una maleta de verdad con sus aparatos de verdad.

(Vista desde el departamento de Izza)

Los paraderos de los metros son subterráneos y esta vez dije que no iba a usar las escaleras ni físicas ni eléctricas. Hay ascensores. Así que fui al paradero y ahí lo encontré. Como ya se había acabado mi ticket del metro, iba a necesitar comprar otro para el transporte. Ya soy un capo, así que tenía el sencillo listo en mi bolsillo. Grande fue mi sorpresa cuando veo que para comprar un ticket tenía que bajar a la estación. Aishhhhh. Así que dije, caballero no más, por las escaleras. Empecé a bajarlas en dos tiempos. Cuando llegué a la mitad estaba descansando y una chica que bajaba se ofreció a ayudarme. Excelente. La verdad que los y las de Lyon son muy gentiles. La bajamos y, oh sorpresa, nos topamos con que era una salida del metro pero no una entrada. Volvimos a subir y ella abrió el ascensor con su propio ticket así que viajé gratis 

Llegué al edificio de Izza sin problemas (subí del metro a la calle en ascensor). Casi llegando a la puerta una chica salía y se cerró la puerta. Tarde fue cuando me di cuenta que no había timbres ni nada. Sólo un panel numérico para marcar una clave y abrir la puerta automáticamente. A la lauuuuu, dije. No me quedó otra que tocar. Felizmente después de un par de minutos salió un pata que parecía y no parecía ser el conserje. También muy buena gente. Le dije directamente que buscaba a Izza antes que se me ponga bravo. Me respondió sonriendo “¿quién será? Ni yo la conozco”.

(Vista de noche desde el depa de Izza)

Comenzaba la última tarea de la mudanza. Subir las escaleras con las maletas. Izza me dijo que vivía en el cuarto piso así que, yo, vivo y casi ya francés, dije “ajá, en realidad son cinco pisos por el piso cero”. Fui subiendo los pisos y ninguno tenía una numeración lógica. Nada de 101, 102, 201, 202 o A, B, C. Cada departamento tenía una combinación de números y letras que ni siquiera comenzaban en 0, 1, 2, 3 ni 4. Si no me equivoco comenzaba en 6. $#&”%””%!! Felizmente en cada puerta estaba el nombre de quien la habitaba. Ufffff.

Pero bueno, lo más gracioso del asunto es que alguien me quiso jugar una broma con esto de los pisos. No fueron 5 pisos los que subí sino 7! En este edificio cada piso está compuesto por 2 semi pisos (son casi un piso!). Llegué al pseudo cuarto piso mojado de sudor. Toqué el timbre de Izza dos veces, toqué la puerta y luego salió. Me invitó agua de caño. Estaba rica e imagino que tengo casi inmunidad parlamentaria al agua de caño. Ah, bueno, el “timbre” no lo sintió puesto que no es un timbre. Era la luz del corredor del edificio. ¿No era obvio? Lo que pasa es que se apagan automáticamente luego de algunos segundos y entonces para no quedarte en la oscuridad mientras subes (me pasó en el quinto piso) hay que apretar nuevamente esos botones que están por todos lados. Muy ecológicos…mmm…Creo que voy a crear un manual sobre cómo vivir en Lyon siendo tercermundista. A que me hago rico, eh.

Luego de este heroico triunfo de mudanza, tocaba la segunda parte. Traer las otras dos maletas. Ya el trayecto no tuvo novedades, excepto subir nuevamente las dos maletas restantes a los pseudo 4 pisos. Llegué e Izza me invitó esta vez una cerveza que la sentí tan rica como si hubiera estado perdido en el desierto.

Estuvimos conversando un rato pues ella iba a salir con una amiga suya que vino de Canadá. La verdad yo estaba muy cansado y prefería quedarme. Todavía se siente incómoda conmigo. De hecho que con algo de miedo o desconfianza. Dormí en un sofá cama cómodo y casi de mi tamaño. Tiene sus ventajas eso de no haber crecido más. Dormí como una piedra.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Inscripción y MacDonalds

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!

***


Por fin el miércoles me inscribí en la universidad. Oficialmente ya soy alumno en Lyon, lo que en buena cuenta significa que ya tengo mi carné universitario. Yehhhh!!! Este carné es lo máximo. Tienes un montón de beneficios accesibles sólo cuando lo tienes. En realidad casi ninguno es gratuito pero ahí están. El carné sirve como una tarjeta de débito pero para usarla en los diferentes servicios de la universidad. Por ejemplo, una vez cargada la puedes utilizar para pagar impresiones, fotocopias, comprar en las máquinas de gaseosas, cafetería, restaurante, etc. además, también por supuesto te permite sacar libros, entrar a las salas con computadoras y otras cosas más.

El único sitio de la universidad donde la tarjeta no te sirve es para entrar. La razón es muy simple: La universidad no tiene paredes, rejas, cerco o como se llame. Te da un sentido de la libertad muy amplio así como también de pertenencia e integración a la ciudad. Es más, el mejor ejemplo es el del tranvía que no es más que una especie bus que corre sobre rieles y por sobre a ciudad. Son muy bonitos, dicho sea de paso. Bueno, una de las tres o cuatro líneas de tranvías llega al campus donde voy a estudiar. En realidad, tiene un paradero al comienzo de la uni y otro, no al final, que atraviesa la universidad.

(Buen afiche en la universidad)

La cosa es que la tarjeta se puede cargar de dos formas. Con tarjeta de crédito y con efectivo. Parece que acá todo el mundo maneja tarjeta de crédito, claro, menos yo gracias al eficiente amigo de Interbank que hizo mi trámite. Si tienes efectivo la puedes recargar en el Restaurante de la universidad que no he ubicado hasta hoy día. Fui a dos supuestos restaurantes universitarios pero en realidad eran cafeterías. Ya decía yo que los universitarios franceses no pueden estar contentos almorzando croissants y sánguches. Finalmente no pude cargar mi tarjeta puesto que el restaurante cierra a eso de las 3 de la tarde…mmm…

Y dado que hasta ahora no tengo mi carné de la U cargadito, no puedo hacer uso de sus restaurantes. Bueno, en realidad, sí, puedo pagar con billetes pero recién doy cuenta de eso. En fin, obviando este último comentario… otro de los temas que tengo pendientes es saber dónde comer bien y barato fuera de la universidad. El martes tuve mi primer almuerzo y fue en un McDonalds. No tiene pierde, la verdad. Uno sabe a lo que va. Además, me moría de hambre puesto que con tanto trámite recién a las 4 p.m. almorcé. Entonces, como es algo yupi tener esta merienda, el miércoles lo volví a hacer. Ok, ok, eran las mismas circunstancias las que obligaron.

“Pase a la primera caja para recoger su hamburguesa”, me dijo la cajera. “kétchup”, le respondí. Recién a la segunda vez comprendí lo que me quería decir en francés. Ahhh, oui, oui. El siguiente comentario no es muy agradable pero sí lo será para los entomólogos. Lo hago cortito entonces. En el McDonalds había bastante moscas y una, mmm….mmm…, pongámosle moscaracha (imagínense de dónde viene ese nombre).

(Otro afiche creativo en la universidad)

martes, 7 de diciembre de 2010

La primera visita a la universidad e Izza

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.

De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!


***

Hoy fue mi segundo día en Lyon y estuvo lleno de trámites, caminatas, palabras que no comprendí y perdidas. Hoy también tenía la primera reunión de la maestría, la tan famosa reunión por la que vine una semana antes de comenzar clases. La reunión la llevó un tío con su camisa afuera, con un arete, con cara de recién bañado y, es más, al parecer recién levantado. También habló una flaca y lo iba a hacer también otra tía pero llegó más tarde que la patada. No, no era peruana, era francesa. Los materiales también estaban un poco misios.


La reunión era a la 1 y media pero preferí llegar temprano para reconocer la cancha, tal como hacen los futbolistas. Es una universidad grande. Como no está en el centro de Lyon, han podido agarrar bastante terreno y tener bastantes áreas verdes. Es un campus bien bonito que aún estás remodelando por algunos lados. El otro campus está en pleno centro de la ciudad (o eso es lo que hasta ahora creo) y tiene otro estilo. Es una construcción antigua con grandes columnas y todas esas cosas monumentales. Impresionante.

Bueno, la cosa es que fui al MAEVA. ¿Qué es eso? Es el servicio de recepción de estudiantes recién llegados, osea, los extranjeros que están en nada. Oui, oui. Me atendió una chica que se parecía a Nefertiti pero con varios kilos de más. Tenía nombre de compañía metalúrgica: Insaf. Era un poco seca pero supo orientarme bastante. Me informó sobre el seguro médico, la carta del estudiante, los talleres, etc. pero mi gran problema, pues, es el alojamiento. Alquilé una habitación de hotel por dos noches y mañana a las 11 ya me dan una patada para sacarme.

El asunto es que uno debe encontrar alguien con quien vivir. Como esta tarea es imposible hacerla en un par de horas (mi caso), entonces apareció una opción que había leído en la web de la universidad pero que nunca más apareció. Creo que la quitaron para no se paseen tantas moscas: el alojamiento temporal. En otras palabras, alguien que estudia en la universidad se ofrece para alojar a algún extranjero perdido, como yo. Claro, hay que ser medio loco para ofrecerse a esta bondad. Por lo menos en Perú, eso está más difícil que eliminar el pasaje de a china. Pero acá la gente se tiene más confianza. Bueno, la cosa es que Insaf corporated buscó en sus listas a los bondadosos que ofrecen alojar temporalmente a los perdidos. No tuvimos suerte, bueno, ella, porque yo solo miraba. Nadie contestaba su teléfono. Así que me dijo que regrese en la tarde y que encontraríamos una solución. Ta…ta…ta…tannnnnnnnnn

Y pasó lo que tenía que pasar. Insaf corporated había buscando en su lista de hombres bondadosos pero no en el de las mujeres. Así que la segunda mujer que llamó por teléfono atracó. Izza se llama. Insaf corporated me hizo hablar con Izza por teléfono. Se le sentía una chica joven y con poca confianza de recibir a este peruano (y eso que no ha visto los programas de Laura Bozo). Quedamos con Izza en encontrarnos a las 6 p.m. de ese mismo día. Todo esto implicaba romper la democrática regla número 1 fijada con Sayuri (“ni ca… te alojas con una mujer”). Así es la política pero también así son las urgencias. No hubo moción de censura al respecto.

(por ahí queda el MAEVA)

Bueno, Izza parece peruana. Pero no por sus rasgos sino porque llegó tarde. En realidad tuve que llamarla. Pensé que se había arrepentido (los programas de Laura Bozo se pueden bajar por internet). La cita fue en un Bar llamado Calle Latino. Para el estándar peruano suena a mucha juerga pero en realidad para los franceses tomar una cerveza es algo permitido a cualquier hora y es un medio de comunicación mucho menos “indecente” que en otros lados.

Izza estaba con una amiga suya, una morenaje que bien podría haber dicho que era la hermana de Waldir. Ambas son buenas chicas, se notan tranquilas y serias, además son medio chibolas. Tienen entre 22 y 23 años creo. Como es de esperar, la conversación fluyó como el río Rímac en época de sequía. No, mentira. A ambas se les notaba que me estaban midiendo pero rápidamente vieron que soy un chico serio, interesante y guapo. Bueno, si bien no me lo dijeron, nunca necesito preguntarlo... A los dos minutos, les hablé de mi enamorada pues así podía reducir la tensión sexual que noté en sus pupilas. Sí, siempre tengo cuidado de eso cuando conozco a las mujeres.

Luego llegaron algunas otras de las amigas de estas chicas y esto se iba a hacer más largo. En realidad, yo pensé que íbamos a conversar cinco minutos y ya. Ya con todo el grupo pude probar un poco más mi francés. Le falta aceite. Pero, bueno, es cuestión de costumbre. Ya un poco aburrido, cansado y agotado de no comprender algunas cosas, me fui y ellas se quedaron. La historia de este día termina prácticamente ahí pues estaba tan cansado que casi me duermo en los 3 minutos de metro y al llegar al hotel caí como una roca.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Maletas, subidas y bajadas

Diciembre… mes de fiestas y de ponerse las pilas para estudiar antes de las vacaciones. Haré ambas cosas, así que durante este mes no les escribiré sobre cómo “estudiar en Francia y sobrevivir en el intento”, sino de cómo yo sobreviví en el intento durante mis primeros quince días en este país de quesos, vinos y malos olores.


De hecho, tengo otro blog, medio abandonado, de donde estoy jalando estas historias y que lo crée como un ejercicio de memoria (pues la mía es muy mala) para los años venideros.

Llegué a Lyon a estudiar pero estoy en Paris. ¿Qué pasó? ¿Por qué sufrí tanto al llegar? ¿Qué problemas tuve? ¿Qué experiencias graciosas pasé? Esto y mucho más durante diciembre. No cambie de canal y sobretodo ¡no lo leas!


***

Llevo unas horas en Lyon luego de mi partida de Lima y ya aprendí la primera lección. Comparar maletas que duren. Lo barato sale caro. En principio, el primer problema fue que tenía 3 maletas con rueditas para jalar pero sólo tengo 2 manos. Era imposible llevar las 3 de una forma fácil pero me las ingenié, claro, sufriendo y avanzado lento. La cosa es que me fui en un bus desde el aeropuerto hasta la estación del metro. Hasta ahí estuvo tranquilo.

Llegar al metro fue la cuestión! Había que atravesar varias escaleras eléctricas que no están diseñadas para facilitarle la vida a quienes tienen 2 manos y 3 maletas. Tomé la primera escalera eléctrica pero una maleta de las grandes se me quedó arriba. La vaina fue que se quedó arriba pero el asa para jalarla estaba extendida y se fue golpeando con las escaleras eléctricas. Fui rápido a recuperarla pero no alcancé y se rompió el asa. Aún podía jalarla del asa pequeña que tienen todas las maletas pero igual era bastante incómodo.

Entonces, el siguiente reto fue comprar un ticket para el metro. Quise comparar un ticket que te permite entrar 10 veces al metro y así ya despreocuparme por las siguientes compras. Sin embargo, la máquina que te vende tickets sólo aceptaba monedas y tarjetas de crédito. Tenía un par de monedas, mi tarjeta de débito de Perú no era aceptada y me sobraban los billetes. El reto, ahora, era conseguir sencillo.

La estación de metro estaba casi vacía y le pregunté a un patín si tenía y me dijo que suba pues arriba había tiendas. Ok, ahí vinieron otras escaleras eléctricas ya con algo de cansancio. Fui a una tienda y compré una coca que la sentí riquísima. Pagué con 10 euros y me fui al piso de abajo para comprar el ticket. Llego a la máquina y resulta que el ticket estaba 13 euros y yo solo tenía 8 y algo puesto que pagué con 10 euros. Qué pavo!!!!! Nuevamente subí y le pedí a la chica que me cambie oooooootro billete. Ah, bueno, me olvidé de contar que cuando subí caaaaaasi me caigo. Ahora sí, llegué por fin a la máquina de ticket con lo necesario y me di cuenta que no tenía por qué comprar un ticket para 10 viajes sino que simplemente me bastaba comprar 1. La diferencia es que este ticket vale 1 euro y algo y desde Madrid, donde hice escala, ya tenía ese euro y tanto. Aishhhhh. Luego vinieron oooootras escaleras eléctricas y por fin subir al metro. Comprenderán que estaba cansado, sudando más que cuando hago gimnasio y sólo subir al metro era toda una experiencia. Cada una de mis maletas pesaba 30 kilos.


Llegué al paradero del metro y me di con la sorpresa que las escaleras eléctricas se acabaron pero no para dar paso a lo llano sino para la aparición de escaleras normales. Había que subir algo como un piso y medio. Acá no pude con todas las maletas a la vez y lo hice de una en una. En ese tránsito, la única asa de la maleta que ya estaba rota se zafó. Se zafó de un lado y prácticamente había que arrastrarla. Llegué a la salida del metro y me pareció toda una conquista!!! ¿Así se habrán sentido los españoles al llegar al Perú? Estaba muy cansado.

Para ubicarme rápido le pregunté a unas señoras dónde se ubicaba la calle que buscaba y me dieron cierta orientación. Una de ellas me vio con mis maletas y me dijo algo así como "¿con todo eso vas a ir?" Le puse la carita del gato de Shrek y creo que se apiadó de mí. Me ofreció su ayuda para ayudar a llevar las maletas hasta el hotel. Pucha, qué buena gente la tía y eso que era una flaca medio vieja. La verdad que sin ella no se cómo hubiera llegado al hotel.

Conversamos durante todo el trayecto que fueron unos 10 minutos y me subió un poco los ánimos tener algo de contacto humano. Además, la señora era una muy buena persona. Ella acababa de salir del cine con una amiga suya. Vio una película sobre una pareja gay israelí. Este comentario no tendría sentido si no fuera por lo siguiente. En algún momento asocié "enamorada" con "él" en lugar de con "ella". Entonces, cuando lo hice, la tía me dijo "ohhh, qué coincidencia, no crees?". Pensó que era gay. Le hice la debiiiiiida aclaración. Hasta me pidió perdón.

Finalmente llegué al hotel y le di muchas gracias a la tía. Me dieron las llaves de mi cuarto y todo estaba bien hasta que veo qué piso era: el tercero! Bueno, dije, no creo que sea tan difícil después de todo lo que ya había hecho. Tuve que subir las 3 maletas una por una. En realidad subía una un piso y luego subía la otra, y así sucesivamente. Ah, olvidé mencionar que lo que nosotros llamamos 1er piso es llamado por los franceses como piso 0, así que en realidad fueron 4 pisos peruanos. Llegué a la habitación de hotel y mis brazos ya estaban como los de popeye!!!! Tomé una ducha, arreglé mis cosas y luego salí a comer. Ya eran como las 11.30 de la noche.